Hoy día, las relaciones, muchas veces, lejos de unir a unos y otros, se convierten en un proceso de aislamiento, por lo tanto, el conflicto es constante, ya que las partes que intervienen andan buscando todo el tiempo, seguridad, gratificación y placer, todos los buscamos de alguna forma sin importarnos el otro.
Tenemos que examinar la relación en nuestras vidas, a través de nuestras acciones, pensamientos, sentimientos, emociones, motivos e intensiones, porque permanecemos en relación mientras nos sea gratificante y placentero; pero cuando en esa relación haya algo que nos incomode, la descartamos porque en nuestras relaciones colocamos un muro por delante (que bien puede ser psicológico, material, económico, nacional, entre muchos otros) y permanecemos siempre tras de él, donde creemos que es más seguro para nosotros y nos permite escapar de un mundo de tanta guerra; esa es nuestra relación social aisladora.
Con las fronteras que nosotros mismos levantamos, será imposible conseguir la paz, esa frontera que ponemos en la búsqueda del poder, que es otro de los aspectos que propician el aislamiento. El deseo del poder es aislador y separatista, debemos comprender todo esto si queremos encontrar las soluciones. Un hombre afectuoso y bondadoso no tiene sentido de poder, no se ata a ideales, por importantes que parezcan, como el de la nacionalidad o la misma bandera.
Cualquier deseo de poder o dominio crea aislamiento y este a su vez crea el conflicto; es por eso que al sentirnos menos, buscamos identificarnos con algo grande como la nacionalidad, la religión y tantas cosas más; ese deseo a la larga es deseo de poder.
Es importante la comprensión de la vida y, por lo tanto, de la relación, la comprensión, de ese motivo que nos impulsa, que puede ser bueno o malo y en consecuencia nuestra relación con la sociedad será un proceso de conflicto o de paz.
Con la conciencia de nosotros mismos, comprenderemos motivos, propósitos y peligros ocultos; así habrá transformación y basaremos nuestra cultura y nuestra relación en la comprensión. Lo importante al final de cuenta es comprenderse a sí mismo en relación con el otro, de esa forma se dará un movimiento para descubrirnos a nosotros mismos, nuestro pensamiento y nuestra búsqueda; este será el comienzo de la liberación, de la transformación y de esa revolución que destruye los muros desde el momento mismo en que dejamos de buscar el poder.
La relación implica contacto, comunión; no puede haber comunión donde la gente está separada por ideas; cada grupo de personas tiene creencias distintas, por consiguiente hay oposición. La paz puede existir solo cuando termine la confusión que provocamos, estamos apegados al mundo de las ideas, las palabras; buscamos nuevos modelos sociales y políticos, no la paz, estamos interesados en conciliar los efectos de la guerra, no en desechar lo que causa la guerra. Para comprender la relación, debemos abordarla libres de ideologías y conocimiento.
La respuesta no está fuera del problema, sino en el problema mismo, hay que verlo de manera nueva y no a través de la pantalla del pasado; la esperanza no está en el experto, la ideología o en el nuevo líder, está en cada uno de nosotros, en nuestra relación, en el cambio revolucionario que hagamos en él y en nuestro mundo; una relación basada en la necesidad mutua, traerá más conflicto, una sociedad basada en la utilización mutua constituye el fundamento de la violencia, siempre habrá temor y para evitarlo acudimos a la posesión y de ahí surge la envidia, la desconfianza y el conflicto constante; esto jamás origina felicidad.
Lo importante en todo esto no son las meras pautas, los nuevos cambios superficiales, sino la comprensión del proceso de uno mismo en relación con el otro, descartando la gratificación personal y la utilización del otro y que cualquier revolución basada en una ideología, siga considerando al hombre como un medio. La verdadera revolución fundamental llega cuando cesa el deseo de utilizar a otro, esto no se desea, se experimenta mediante la comprensión de nuestro comportamiento en la relación; esto puede ser realmente llamado AMOR, ese factor creativo, es el único que produce transformación en uno y por ende en la sociedad.
Ps. Juan Pablo D.
Tomado del libro “RELACIONES HUMANAS”
de Jiddu Krishnamurti.
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