Impotencia, miedo, zozobra, frustración, un revuelto de sentimientos viven las familias que tienen que sobrevivir en zonas bélicas, pero más doloroso aun son los sentimientos con los que han de crecer sus hijos, teniendo que enfrentar esa cruel realidad que les cambia la vida.
Los niños deberían crecer y desarrollarse en un ambiente sano, donde puedan disfrutar de ser ellos mismos, donde puedan aprender a conocer valores, a sentir cosas bonitas, a ganar el aprecio por la vida.
Todo ese hermoso ambiente de la naturaleza, esos bellos colores de la montaña han sido cambiados por fuertes tonos escarlata y grises nubes de humo a su alrededor; su tranquilidad y nobleza ha sido transformada en estrepitosos ruidos de maquinas de guerra, de disparos de armas de fuego, de las explosiones de minas antipersonas, de llantos, gritos y odios; los nacimientos de ríos y quebradas ahora son raudales de sufrimiento que han tenido que experimentar estas personitas que intentan tener un lugar en el mundo.
Los colores de la montaña es un filme muy interesante, que lejos de mostrar la violencia protagonizada por las guerras internas de nuestro país, revela los sentimientos vividos por sus víctimas del otro lado de la realidad, aquellos bonitos sentimientos de esperanza, de amistad, de la belleza de la niñez expuesta a las circunstancias más deprimentes a las que ha llegado la humanidad.
Ps. Juan Pablo D