Características de una dependencia sexual


1. Compulsión

En pocas palabras, cuando pierdes el control de un acto. ¿Cómo? Pierdes el control para frenar una actividad, aunque quisieras hacerlo. Es más, no sólo tienes la sensación de que ya no puedes detenerte, sino que usarías cualquier medio para conseguir lo que quieres, saltándote los peligros, lo que digan los demás, los daños otros y a ti mismo. Un actividad compulsiva puede llamarse tal cuando tu voluntad está tan débil que haces lo que sea con tal de conseguir lo que “te pide el cuerpo y la mente.” Ojo, la voluntad sigue ahí y la tienes que reforzar para salir de la adicción, pero es como si la hubieses tenido enyesada durante años y ahora tuvieses que rehabilitarla con otros ejercicios. Primero tendrás que reconocer que tienes un “yeso”, luego tendrás que tomar la decisión de quitarlo, a lo que seguirá ir rompiendo ese molde conforme vas rehabilitando tu voluntad con otros ejercicios.

  

2. Tendencia al aumento de la dosis

Es muy característico de una adicción que cada vez necesites más dosis para sentirte satisfecho por un corto lapso de tiempo. Las adicciones van en escalada. Puedes intentar obtener más gratificación aumentando una actividad masturbatoria, por ejemplo, pero siempre quedas insatisfecho. Esto lleva al peligro de buscar cada vez situaciones y actividades más arriesgadas para intentar llenar ese vacío que no se está llenando.

  

3. Dependencia psíquica y física

 Aquí te pondré las típicas frases “es que el cuerpo me lo pide”, “es que lo necesito”, “no puedo vivir sin esto.“ Físicamente el cuerpo se ha acostumbrado a su “dosis”. Psíquicamente es todo un reto buscar actividades mentales sanas que llenen la dependencia con la que tú mismo, inconscientemente, te has etiquetado. Usando nuevamente el ejemplo de la masturbación, no vas a morir por dejar de hacerlo, pero el cuerpo y la mente van a demandar su dosis de placer. ¿Cómo vas a substituirlo? Aquí otro término: síndrome de abstinencia. Es como los fumadores que están dejando el cigarro. En cuanto lo dejan, sienten un ansia enorme por conseguir lo que el tabaco les proveía, y experimentan física y psíquicamente justo lo contrario a lo que el tabaco les ofrecía. Si sentían relajación, ahora pasarán por una fuerte intranquilidad. Si fumar les ayudaba a concentrarse, ahora se sentirán muy dispersos e incapaces de poner atención. Lo mismo sucede a nivel sexual. Se necesita de otra persona que te vaya diciendo cómo satisfacer todo a lo que el cuerpo se había acostumbrado y que le estaba haciendo daño. 

  

4. Consecuencias perjudiciales para el individuo y la sociedad

Como te había mencionado, la adicción lleva a requerir más dosis o nuevas actividades, tal vez más peligrosas, para conseguir apaciguarte momentáneamente. Crudamente, una adicción a la masturbación y a la pornografía puede empujar a una persona a perder el trabajo, romper con su pareja, o asuntos tan graves como convertirse en un violador… ¡ aunque definitivamente no quiere hacer lo que está haciendo! No digo que todos los casos lleguen a este extremo, pero existen testimonios de que así ha ocurrido. En un abusador hay una persona, una persona cuyo pasado ha ido, aún con su voluntad débil, marcando su presente. Día a día la adicción consume tu tiempo, no sólo laboral u ocupacional, sino social, recreativo, ¡tu tiempo de descanso!. Comienzas a vivir una doble vida, y olvidar tus proyectos, tus sueños y la esperanza.

 

5. Deseo persistente o esfuerzo inútil de dejarlo

 Sabes que hay algo que no te gusta, algo que te está frenando, como un obstáculo para conseguir las cosas que realmente deseas. Quieres dormir y descansar para los exámenes de la semana, pero “algo” te llama a buscar pornografía justo en ese momento. “Bueno, sólo un ratito”… de golpe descubres que son cerca de las cuatro de las mañana y sigues pegado al monitor. ¿Te ha pasado alguna vez?  Quieres dejarlo, pero siempre regresa el “llamado” del cuerpo y de tu mente. Ves que no es conveniente para ti, tu doble vida pende de un hilo, tal vez alguien se de cuenta… ¡pero el cuerpo me lo pide! ¡lo necesito!

 

 

 

Doce preguntas para autodiagnóstico

 

Contesta estas doce preguntas para determinar si tienes un posible problema con la dependencia sexual.

 

  1. ¿Guardas secretos sobre tus actividades sexuales o románticas? ¿Mantienes una vida doble?
  2. ¿Tus necesidades te han orillado a tener sexo en sitios o en situaciones o con gente con las que normalmente no te involucrarías?
  3. ¿Te sorprendes a ti mismo buscando artículos o escenas sexualmente excitantes en periódicos, revistas u otros medios de comunicación?
  4. ¿Te has dado cuenta de que tus fantasías románticas o sexuales causan problemas en tus relaciones o que te prohiben dar cara a tus problemas?
  5. ¿Frecuentemente quieres alejarte inmediatamente de una pareja sexual después de tener sexo? ¿Frecuentemente sientes remordimiento, vergüenza o culpabilidad después de un encuentro sexual?
  6. ¿Sientes vergüenza de tu cuerpo o de tu sexualidad, de tal manera que evitas tocarte el cuerpo o participar en relaciones sexuales? ¿Temes no tener sentimientos sexuales? ¿Temes ser asexual?
  7. Cada nueva relación, ¿continúa tener los mismos patrones destructivos que te incitaron a romper con la última?
  8. Tus actividades sexuales y románticas, ¿necesitan cada vez mayor variedad y frecuencia sólo para sentir los mismos niveles de exitación y alivio?

10. Tu persiguimiento de relaciones sexuales o románticas, ¿contradice o interfiere con tus creencias o desarrollo espirituales?

11. Tus actividades sexuales, ¿incluyen riesgos, amenazas, o la realidad de enfermedades, embarazo, coacción o violencia?

12. Tu comportamiento sexual o romántico, ¿te ha dejado alguna vez con el sentimiento de una falta total de esperanza, enajenación, o con ganas de suicidarte?

 

Si contestaste con un «sí» más de una de estas preguntas, te animamos a buscar ayuda adecuada a esta temática.

 

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