Dependencia emocional


La Dependencia Emocional es un trastorno de la personalidad enmarcado dentro de las dependencias afectivas.

  

Dependencia proviene de depender. Su origen se encuentra en el latín dependere, que significa pender o colgar. Es una especie de subordinación a algo. Es estar condicionado.

  

La dependencia emocional, es un trastorno adictivo, en el que el objeto que provoca la adicción es la relación de pareja, familiar o amical, y su objetivo es llenar un vacío en el sujeto que la padece.

  

Este trastorno se relaciona con las emociones y la capacidad, calidad para establecer vínculos significativos con otras personas.

  

Al tratarse de un trastorno de la personalidad, tiende a tener un patrón crónico y estable a lo largo de la vida de la persona.

  

Este trastorno presenta síntomas variados que dificultan su diagnóstico, desde la depresión reactiva, los trastornos obsesivos o los síndromes adaptativos.

  

En la dependencia emocional, el sujeto es controlado por su necesidad de la otra persona, y el intenso miedo a la pérdida y a la soledad contaminan el vínculo establecido en la pareja.

  

La incidencia que presenta este trastorno en la población adulta ronda el 10%, según diversos estudios y la gran mayoría de los afectados son mujeres (75%).

  

En sus relaciones amorosas, los dependientes emocionales manifiestan hacia su pareja un tipo de apego “ansioso”, caracterizado por una continua necesidad de saber que es amado por su pareja.

  

Dificultades para llevar una vida independiente, búsqueda incesante del candidato a pareja y selección precipitada del mismo, miedo a no ser querido, miedo a la pérdida del objeto de su amor y celos frecuentes, ideas contradictorias sobre el amor y dificultad para romper aún cuando la relación sea altamente problemática y generadora de malestar para el dependiente.

  

Para comprender exactamente el significado de dependencia emocional,  la tenemos que percibir como una “necesidad” que nos mantiene atada a una persona.

 

Algo que si desaparece se piensa que no podríamos vivir, ya que en esa persona hemos puesto todas nuestras esperanzas e ilusiones y es en ese momento donde inconscientemente la dependencia nos con lleva a que todas nuestras metas pasan a un segundo plano, dando mucha más relevancia a las necesidades de la pareja que a las nuestras.

 

Esto no es real, si bien es cierto todos dependemos de todos, no se debe depender de alguien específico. Siempre se debe tener la capacidad de poder desenvolverse por si mismo en cualquier circunstancia y compañía

 

 

Factores causales de la dependencia emocional

 

Carencia temprana de afecto:

  • Si no se fue adecuadamente queridos y valorados por las personas más significativas en nuestra vida aunque lo deseáramos con todas nuestras fuerzas y no podíamos renunciar a esa relación.

 

Se aprendio que la sumisión es una estrategia:

  • Para evitar el abandono, el rechazo.
  • Para obtener seguridad, protección.
  • Se sprendió que para ser amados debíamos cumplir con la expectativa de los demás, nunca importunarlos o alterarlos o provocarlos, antes bien sofocar sus estados de ánimo que nos hacían daño.

 

Interpretamos el amor como un apego obsesivo y admiración hacia la otra persona en lugar de un intercambio recíproco de afecto.

 

  • Rechazo materno.
  • Por la crianza fría, frustrante que nos dieron.
  • Hubo presencia física pero no emocional de nuestros padres.

 

Mantenemos la vinculación emocional aún siendo insatisfactoria y suframos la crueldad y el maltrato.

 

 

Indicios de dependencia emocional

 

  • Amar significa sufrir: Lloramos mucho cuando estamos a solas. Creemos que los demás sólo miran por si mismos, mientras nosotros siempre nos mostramos cariñosos, generosos y comprensivos.

 

  • No somos buena compañía: Achacamos a nuestros defectos “que no podemos cambiar” el motivo por el cual los demás no nos quieren más. Por más divertidas e ingeniosas que nos mostremos no es suficiente. Nos decimos cosas como: “Si yo fuera más guapa” “Si hubiera estudiado esto o lo otro”

 

  • Los conflictos son dramáticos: Le parece terrible que alguien se enfade con usted, se culpa y acaba cediendo por miedo a que la rechacen o abandonen. Se responsabiliza totalmente de que las relaciones vayan bien.

 

  • Obsesión con las discusiones: Nos produce ansiedad y nos justificamos una y otra vez lo que dijimos. Imaginamos conversaciones nefastas en las que se nos critica duramente. Nos sentimos agotadas y desesperanzadas.

 

  • Sobrevaloramos el potencial de personas que nunca nos han demostrado que de verdad tengan esas cualidades. Nos gusta pensar que vemos más allá de lo que ellos son ahora y de lo que saben de si mismos.

 

  • Rodearse de personas con problemas, reales o psicológicos, porque nos sentimos bien “ayudándoles”. Escuchamos a todo el mundo porque “nos necesitan”, y nos jactamos de dar confianza, aunque muchas veces nos sentimos obligadas.

 

  • Se quiere cambiar a los demás: Sabemos que serán mucho más felices con otra forma de pensar y actuar. Lo hacemos por su propio bien. Intentamos constantemente razonar con la otra persona sobre cómo debería ser y nos decepcionamos a nosotras mismas si no cambia.

 

  • Suele acompañar la sensación de soledad: Estando con otras personas a veces nos parece estar “fuera” y la mayoría que “no les interesa conocernos de verdad”.

 

  • Necesitamos tener pareja: Si no tenemos, soñamos cómo será y creemos que no hallaremos la felicidad hasta encontrarle. Si conocemos a alguien que nos gusta soñamos e imaginamos que nos dice lo especial que somos. Si logramos salir con él, nuestras conversaciones y pensamientos se centran alrededor de ese hombre.

 

  • Practicar el sexo compulsivamente: En parte, intentamos ser muy buenos amantes y nuestro placer depende de lo bien que pensemos que se lo pasa él. En muchas ocasiones, nos sentimos utilizados, y no nos satisface “como habíamos soñado”, pero no comentamos nada a nuestro amante para no defraudarle.

 

  • La esperanza mágica: Nos mantiene la ilusión de que en algún futuro cercano todo cambiará; que nuestro patrón de conducta, con el que hoy sufrimos, un día nos hará felices; y que lo único necesario es seguir esforzándonos.

 

Sí tu relación en pareja te mantiene más en la dependencia emocional, tristeza, temor, sacrificio, nada va a cambiar, hasta que emprendas acciones diferentes en tu manera de valorar tu propia estima.

 

De lo contrario, seguirás aumentando esa dependencia emocional.

 

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