No hay infidelidad que no comience fuera del campo de batalla. Hay una serie de mitos y supuestos con respecto a la infidelidad que habría que tirarlos a la papelera de reciclaje. Uno de ellos es el que sostienen mis vecinas cuando se enteran de que alguien en el vecindario ha sido infiel, “Seguro dejó de quererla”. El segundo gran mito dice, “Seguro encontró en Fulana lo que ella ya no le daba”.
Para derribar estos mitos no puedo menos que pensar en David, que de pastor de ovejas se convirtiera en rey de Israel. Era una mañana primaveral, las terrazas estaban rebosantes de flores, que colgaban anunciando un nuevo despertar. Lejos de Jerusalén se escuchaban los lamentos de la guerra, como si la primavera fuera solo unas cuatro hojas en el almanaque. Gemidos por aquí, heridas de lanza por allá, sudor y sangre, miedo y rabia llenaban el aire de la ciudad de Rabá.
David era el rey, pero en vez de estar en el campo de batalla, como bien dice Plutarco, había decidido tomarse unos días libres, dejando a sus hombres solos en el frente, guiados por sus comandantes en jefe. Su esposa Abigail quizás estaba en los quehaceres del hogar.
David, una vez que se despertó de la siesta, decidió dar un paseo por el techo de su palacio. Estaba aburrido, entonces empezó a mirar el paisaje, hasta que en un instante vio a Betsabé, quien se bañaba al aire libre. Te recuerdo que en Medio Oriente hasta el día de hoy los techos son planos y en aquella época eran el lugar para darse baños, recibir visitas e incluso dormir al aire libre debido al inmenso calor.
David entonces queda impactado por la belleza de Betsabé y ahí se inicia todo un plan que lo llevará a un infortunio tras otro, tan solo por conquistarla y hacerla suya.
El amor no asegura la fidelidad
Aquí entra el primer mito a escena: las vecinas chismorrean, “Es seguro que David dejó de amar a Abigail”. Esta es una falsa idea: el amor no encadena el deseo ni trae consigo un seguro de por vida. El amor es un desafío y un contrato del día a día. La fidelidad es algo que se elige en el altar y se debe actualizar cotidianamente. ¿Buscas la forma de re-enamorarte cada día?, ¿buscas espacios para recibir y dar amor a tu pareja?, ¿se toman tiempo para ustedes, lejos de todo y de todos?
Tengo una guitarra eléctrica y quiero una banda
Esto es la caída del segundo mito: creer que toda persona infiel fue a buscar aquello que no tenía. David tenía el amor de Abigail, su pasión, su compromiso y su entrega; simplemente, el hombre tenía una insatisfacción del alma que nada tenía que ver con su esposa. ¿Puedes identificarte con David cuando pruebas algo que te satisface y quieres otro poco, y buscas la forma de experimentarlo nuevamente? La insatisfacción es adictiva.
Te lo aseguro como terapeuta: no puedes confundir deseo con amor. Porque no son lo mismo. El amor se contenta con quedarse, encender la estufa, arrimar los leños y disfrutar del calor en compañía; el deseo es más salvaje, nada de humo, de ampollas por cortar leña, o de afilar hachas; el deseo es instintivo y no se detiene a menos de que tengas control sobre él. Y una vez satisfecho, quiere más con esa persona o con otra. Muchos dicen que el adulterio fue el gran mal de David; yo creo, por el contrario, que su gran mal fue no activar su antivirus al pasearse por la ventana.
¿Logras estar satisfecho con lo que tienes?, ¿notas que nada te satisface?, ¿hay algo que te está haciendo sentir insatisfecho? Si has respondido afirmativamente, busca hablar con tu pareja, cuéntale de tu vacío en el alma. Realiza una lista de las áreas donde te sientes insatisfecho, busca la forma de remediarlo. Pon tus expectativas en aquello que es permanente y duradero.
El uso del tiempo libre
David hizo un mal uso de su tiempo libre, pues en vez de estar con su esposa e hijos decidió bajar la guardia y pasearse por la azotea de su palacio, mirando más de lo que debía. Una sola mirada abrió la antesala a una infidelidad que tuvo dolorosas consecuencias.
Incluso hombres que viven su fe y nadie duda de su entrega a Dios, han caído en su tiempo libre presa de la pornografía, que tarde o temprano sembró escenas y deseos que los llevaron a satisfacer lejos del lecho del hogar. ¿Sabes manejar tu tiempo libre?, ¿estás haciendo buen uso de él?, ¿esa forma de divertirte se puede compartir en familia?
Desciende del techo
David vio a Betsabé bañándose, y decidió hacer lo imposible por estar con ella, mientras su mujer quizás en la cocina horneaba el pan. Bastaba con ver esa mujer, reconocer que era hermosa, pero luego lo primordial era bajar del techo o dar la media vuelta. ¿Cuándo estás más tentado, en casa, en la oficina, mientras estás aburrido, estresado, bajo presión…? ¿Te dejas convencer por el “yo puedo controlar esto”? ¿Te dejas seducir y sigues buscando con tus ojos un poco más, una página más de internet, un pensamiento más, un chiste obsceno más? La tentación es una oportunidad para demostrar tu integridad y tu autodisciplina: bájate del techo.
Ser un hombre fiel exige batallar contra todo aquello que te roba la felicidad y la paz mental. Mi consejo final es que tomes tu lanza, tu escudo y salgas a la batalla para darte por completo a quien amas.
Licenciada en psicología