Programa de modificación de conducta


Nos encontramos con que las conductas o comportamientos a tratar son variadas. Se llaman problemas cotidianos de conducta, aunque es difícil catalogarlos de “problema” puesto que en la mayoría de los casos se interpretan como el producto de  la crisis que genera el desarrollo interactivo entre un niño y sus padres.

 

El más común de este tipo de conflictos es la desobediencia. Este tipo de comportamiento  es entendido como el producto de un déficit en el control y manejo de contingencias por parte de los padres, o bien como el producto del déficit en los repertorios de seguimiento de instrucciones en el niño.

 

Muy asociado a este conflicto está el llamado “Negativismo” que supone una añadido comportamiento verbal o no ante la instrucción.

 

Si partimos de la base de la existencia de comportamientos de desobediencia o negativismo y reconocemos que hay un déficit en el manejo y control de contingencias por parte de los padres o un déficit de repertorios en el niño, no debemos olvidar la importancia del deterioro que ocurre en la historia de interrelaciones padre-madre-hijo, cuando ésta, inevitablemente, genera métodos de control coercitivo, donde el propio padre-madre se convierten en estímulos aversivos y viceversa.

 

Todo esto genera trastornos en la conducta de comer, dormir, bajo rendimiento escolar, sentarse, conflictos fraternales, etc.

 

El programa de intervención tiene como objetivo el aprendizaje y establecimiento de nuevas relaciones contingenciales, de manera que se establezcan conductas y comportamientos que sean más adecuados, adaptados y gratificantes para los sujetos.

 

La intervención se realizará utilizando todo el ambiente del niño, lo que permite un mejor análisis de las relaciones contingenciales del niño, así como facilitar su organización.

 

Para todo esto se solicita la total disponibilidad de los padres, ya que es parte del programa, la creación de nuevos patrones de comportamiento eficaces para la administración de contingencias, lo que en la práctica supone el aprendizaje de habilidades o pautas para la administración de contingencias en relación a las conductas de su hijo, con lo que se logra proporcionar repertorios funcionales a las madres y padres para enfrentarse con cierto margen de éxito a conductas futuras de sus hijos.

 

 

La modificación de conducta consiste en diseñar una situación estructurada de aprendizaje en la que el comportamiento deseado es reforzado o fortalecido.

 

Antes de pasar a explicar las posibles técnicas, voy a ofrecer una serie de recomendaciones para conseguir la efectividad del programa:

 

-         la rutina es indispensable, es decir hay que ser constantes en cuanto a las normas establecidas y las actitudes de los padres.

 

-  Las actuaciones siempre deben ser proporcionadas y razonadas.

 

-         Evitar los castigos físicos, gritos, amenazas etc. El establecimiento de reglas explicitas suele ser más efectivo.

 

-         Se debe registrar (anotar por escrito) las conductas realizadas por el niño o niña y las recompensas positivas o negativas utilizadas.

 

 

El primer paso del programa sería establecer junto con el niño/niña un Contrato Conductual. En él, se especificaran las normas, actitudes y comportamientos deseados y sus consecuencias, así como de los comportamientos no deseados.

 

 

 

TÉCNICAS PARA INCREMENTAR CONDUCTAS DESEABLES

 

-         Recompensas sociales (atención, alabanzas, afecto…)  y recompensas materiales.

-         Economía de fichas: supone la presentación contingente de reforzadores tangibles (fichas, puntos o pegatinas) que pueden intercambiarse después por otro tipo de reforzadores variados   (TV, juguetes, salidas o actividades lúdicas). Esto permite  mantener y aumentar una gran cantidad de conductas. Aspectos fundamentales de esta técnica supone que la fichas han de convertirse realmente en reforzadores generalizados como tales, para lo que hay que emplear al principio  razones de intercambio muy pequeñas y aumentarlas progresivamente. También se han de elegir reforzadores de intercambio poderosos, se les da a escoger aquellos que pueden conseguir al final de la semana. El sistema funciona bien cuando las reglas y contingencias se revisan periódicamente, y los reforzadores realmente los son.

 

-         El contrato de contingencias, implica un acuerdo generalmente por escrito, que especifica las conductas deseadas que el niño deberá realizar, y las consecuencias específicas que le seguirán y que se aplicaran estrictamente.

 

 

TÉCNICAS PARA DISMINUIR CONDUCTAS

 

-         El castigo positivo hace referencia a la presentación contingente de alguna consecuencia aversiva que reduzca la conducta en cuestión. Por ejemplo, puede ir desde reprimendas verbales hasta confinamiento en algunos casos. El problema es que tiene efectos secundarios.

 

-         Una alternativa podría ser procedimiento de tiempo fuera, que se refiere  al aislamiento del individuo del entorno reforzarte, durante un corto periodo de tiempo cada vez que ocurre el comportamiento disocial. El objetivo es que durante este periodo no haya posibilidad alguna de que su conducta resulte reforzada. En general se recomienda tiempos cortos de cinco a diez minutos.

 

-  Un procedimiento que se puede utilizar cuando está en uso alguno de reforzamiento positivo, (por ejemplo la economía de fichas) es el coste de respuesta, que implica la pérdida de algún reforzador cada vez que ocurre alguna conducta poco deseable. Por ejemplo el niño pierde fichas que haya ganado con anterioridad. Se puede aumentar su eficacia proporcionando al niño oportunidades extras para ganar puntos o fichas cuando realice conductas adecuadas.

 

-         La extinción es la retirada de reforzamiento positivo que con anterioridad seguía a una conducta. Típicamente se utiliza al ignorar  o retirar la atención social de la conducta inapropiada del niño.

 

Ojo!

Cuando la rabieta de la niña/niño o la actividad motriz sea excesiva, antes de aplicar ninguna técnica es necesario relajar al niño/niña, esperar unos minutos y pasar inmediatamente a explicarle la consecuencia de su conducta razonándolo con él . Si es consciente de lo que ha ocurrido, si intenta mejorar su conducta, hay que reforzarlo de inmediato, pero en este caso con alabanza o una muestra de afecto.

A modo de conclusión he de destacar la importancia que tiene la paciencia de todos los miembros que forman el entorno familiar.

 

José Jiménez Morales

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