En principio esta noticia es automáticamente recibida como una desgracia y a lo mejor el tiempo te demostrará que es todo lo contrario. Todo el mundo va a sentir pena por tí, te darán la razón en todo y te reafirman en la idea de lo injustamente, por decirlo suavemente, que tanto tu ya ex-pareja como “la vida misma” se han portado contigo. Esto termina de situarte en la convicción absoluta de que eres víctima de algo de lo peor: abandono, rechazo, indiferencia, desprecio, lo peor que puede pasarnos ¡que no nos quiera quién nosotros queremos a toda costa que nos quiera!.
El asunto está rozando heridas mortales y despertando fantasmas que serán peor aún si había una relación de dependencia, de tapa miedos de la soledad, de necesidades de aprobación no superadas, etc.
Lo cierto es que hay rupturas que deberían de celebrarse, hacer una fiesta, conmemorar el día, pues suponen el principio de una etapa de tranquilidad, opciones de paz y felicidad se abren. Pero todas las demás habría sencillamente que ir aceptándolas pues no son más que el fin de una etapa, de una etapa que se acaba en unas vidas, como todas las etapas se acaban y se acabarán en todas las vidas. Es solamente algo normal, lógico y estaría bien desdramatizarlo socialmente lo antes posible.
Si has sabido vivir la relación momento a momento, con autenticidad, no habrá arrepentimiento, ni dolor, ni culpa. Si has amado a tu pareja totalmente, no habrá ninguna duda. Si un día el amante se marcha, sencillamente significa que vuestros caminos se separan. Podemos despedirnos, darnos las gracias. Compartimos mucho, amamos mucho, hemos enriquecido mutuamente nuestras vidas…¿por qué sufrir tanto?. ¿No provendrá tanto dolor del sentimiento de que ahora que esa persona ya no está disponible, sientas que no le amaste lo suficiente, sientas que ahora ya no hay tiempo para hacerlo y te arrepientes de no haberte portado de otra manera?. Puede resultar una dura y difícil lección responsabilizarse de uno mismo y dejar de hacer a los demás responsables de todas y cada una de nuestras dificultades, pero antes o después habrá que hacerlo, no hay otro camino.
Los factores que dan como resultado la infelicidad cuando desaparece de tu vida una persona, son la suma del hecho en sí mismo, de la emoción negativa que has aprendido a asociar con una ruptura y la historia personal de desdicha. Estos 3 factores por si solos no son nada, pero unidos dan como resultado la infelicidad.
Si una persona deja a su pareja, esto no tiene nada que ver con desgracia, solo es desgracia si lo introduces en una “historia personal” de “no me quieren, he sufrido, pobre de mi”. Tampoco tiene que ver con “no valgo, no soy digno de amor, nunca seré feliz”. En realidad con lo único que tiene que ver es con que es una reacción o decisión de actuación de la otra persona. Ha habido un cambio en esa otra persona, un cambio suyo, con poquita relación contigo, mucho menor de lo que tu estás considerando.
Podrías quedarte tranquilo tras la ruptura por una serie de razones, alguna de ellas o todas juntas:
1-Tu puedes seguir amando igual, independientemente de que estén a tu lado o no (sobre todo si el o ella están bien y no se han muerto)
2-Puedes aceptar que como tantos otros cambios en tu vida, este cambio también será para bien pues te esperan por vivir otras historias y conocer y amar otras personas, aunque en este momento te esté resultando doloroso. No es más que otro recordatorio de que todo lo que te ocurre es para bien aunque a veces venga “disfrazado” de duelo o de problema insoluble.Sería bueno empezar a ser un poco más humildes y aceptar que la organización de “la vida”, es algo más compleja de lo que tu te crees y das tan por seguro.
3-Como esa persona no es una posesión tuya, no has perdido nada, sólo has ganado el recuerdo de haber vivido situaciones estupendas, te has enriquecido con este tiempo vivido compartido.
4- Si puedes tratar de aislar y observar la emoción dolorosa que estás sintiendo, y distinguirla con claridad de tí (ese dolor es una emoción negativa pasajera y tu eres algo más que una emoción), podrás observar que estás perfectamente, estas vivo, puedes beber, oir la música, sentir el sol, el agua de la ducha, rascarte el pie cuando te pica y saber que te quedan muchas aventuras por vivir, a pesar de que ahora te sientes fatal. Cuando observes y aisles en tí la emoción negativa hazlo con actitud de interés y curiosidad y no de crítica o condena. Puedes seguir centrandote en el dolor y la emoción negativa e incluso la autocompasión todo el tiempo que quieras, o empezar a centrarte en otras sensaciones y emociones poco a poco.
5-La historia personal de desgracia es solo la mitad de la historia de tu vida, la otra mitad es genial. Puedes cortar los autodiálogos que no te interesen y elegir la mitad que te hace sentir bien y no la otra. De no hacerlo así, estarás confundiendo la historia emocional negativa con la realidad.
6-Lo de “ya no tendré afecto, halagos, sexo, caricias, compañía, admiración de la gente, ya no voy a encontrar otra experiencia igual, etc, etc, y etc, que incluye todas las posibles argumentaciones de negación de un futuro feliz que se te puedan ocurrir, ¡son sólo pensamientos negativos!, ¡no es real!. Es normal que se te ocurran pero no los hagas mucho caso, no les prestes demasiada atención, observalos y déjalos pasar. Date cuenta que aquí y ahora el único torturador eres tú. ¿Por qué no nos dará por no dejar de pensar en el instante en que empieces a amar a otra persona?
7-El amor suma, nunca resta. Valió la pena y lo sabes. Volverías a vivirlo. En la vida para poder sentirte como en el cielo ya sabes que has de haber conocido el purgatorio ¿sino como sabrías que es el cielo?
Lo que me apetece mucho decir ahora mismo es: “¡Pero mira que nos gusta sufrir!” y con este temita del amor de pareja parece que nos los sirven en bandeja.
Aurora Jechimer.